He venido para decirte que me marcho.
Y ya está. Y me lo dijo así, como esperando a que le dijera algo o a que le soltara una hostia, no lo sé.
Y me cagué en él, y en sus besos, y en Dios, y en su olor inundando todo y en sus putas ganas de hacer siempre lo correcto y venir y decirme que se marcha.
Me vio maldecir durante un rato, por dentro. Y luego se dio la vuelta.
Y me sentí a mí misma ahí, parada, acuchillándome con sarcasmo por dentro, porque, "joder, podrías haber dicho que ibas a por tabaco".
Yo, la de las jodidas historias de amor.
Cuidado con dónde pones el adjetivo.
Me sentí estafada. Oye, porque yo no noto mariposas. Noto jodidas termitas.


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