Estamos solos. Todos nosotros.
Estábamos solos cuando descubrimos el fuego, cuando escribimos la primera palabra y cuando levantamos la primera pirámide.
Estábamos solos cuando te besaba bajo aquella farola y cuando nos acariciábamos bajo las sábanas.
Estábamos solos aun estando juntos. Supongo que es porque realmente nos sentíamos así; rodeados de gente pero creyendo pertenecer a otro sitio.
"Toda esa gente solitaria, ¿de dónde viene? ¿adónde pertenece?", cantaba Paul.
Y del túnel sin salida, de lo alto del campanario y de las paredes del metro, se escucharon miles de voces que gritaban: ESTAMOS AQUÍ.
Y fueron acallados por el bullicio de aquellos que les llamaban locos.


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